La colección de la Academia de Artillería se encuentra indisolublemente unida a la historia de este centro docente militar, el más antiguo en activo del mundo, y a las generaciones de militares que han pasado por él.
La fundación del Real Colegio de Artillería
El 16 de mayo de 1674, por orden de Carlos III, se inauguró el Real Colegio de Artillería en el Alcázar de Segovia, bajo la dirección del conde Félix Gazola. Finalizaba así un largo periodo de fragmentación de la enseñanza artillera, convirtiéndose en el único centro de formación para los oficiales del Arma.
Entre algunas de las actividades desarrolladas por el Real Colegio, cabe destacar los Estudios Sublimes, impartidos a los subtenientes y a las personas civiles que lo deseasen, que se materializaron con la inauguración en 1792 del laboratorio de Química en la Plazuela del Alcázar, para llevar a cabo un curso de Química y Metalurgia. La persona responsable de la dirección del curso fue el ilustre profesor Luis de Proust, descubridor de la “Ley de las proporciones definidas”.
El Colegio permaneció en el Alcázar durante prácticamente un siglo, salvo dos paréntesis debidos, el primero, a la Guerra de la Independencia (1808) y, el segundo, a la invasión de los “Cien mil hijos de San Luis” (1823). Finalmente, el incendio del 6 de marzo de 1862 destruyó el monumento prácticamente en su totalidad, afectando también a los bienes culturales que constituían el germen de la actual colección museográfica, y obligó al traslado del Colegio de Artillería a una nueva sede.
El traslado al convento de San Francisco y la creación de la Academia de Artillería
El incendio del Alcázar marcó el traslado de la sede del Real Colegio de Artillería al antiguo convento de San Francisco. Abandonado tras la desamortización de 1836, el convento de San Francisco pasó a ser propiedad del Ministerio de Guerra en 1851, utilizándose como alojamiento de parte de los alumnos externos del Colegio de Artillería. El centro docente continuó allí su actividad hasta su cambio de denominación en 1867, momento en el que se fusionó con la Escuela de Aplicación en un único centro que tomó el nombre de Academia de Artillería.
En la actualidad, la Academia de Artillería se integra dentro del Mando de Adiestramiento y Doctrina (MADOC), manteniendo como centro docente sus cometidos tradicionales de formación y perfeccionamiento del personal militar perteneciente al Arma de Artillería e incorporando nuevas funciones en su papel de centro de adiestramiento y simulación e inspección de Artillería.
La colección museográfica de la Academia de Artillería
La colección museográfica de la Academia de Artillería tomó su carácter expositivo en 1985, año en el que se inauguró la primera de sus salas en la antigua sacristía de la iglesia del convento. No obstante, el valor histórico-artístico y museal de sus fondos y el interés de su visita ya había sido reconocido con anterioridad. Así, en 1969, el entonces coronel director, Francisco Sistes Obrador, escribía en el prólogo a la obra titulada Academia de Artillería de Segovia. Guía para su visita:
“En el orden material, la Academia de Artillería contiene hoy, junto a sus instalaciones de finalidad y valor exclusiva y estrictamente pedagógicos, un cúmulo de elementos en que, junto a su indiscutible valor educativo, resalta su valor histórico, artístico y, por decirlo de alguna forma en una sola palabra, museal. Nóminas de promociones, desde la primera del Colegio, cuadros de personalidades, colecciones de armas ligeras, perfectamente catalogadas, y de materiales y sistemas y una excelente biblioteca histórico-científica, única en su género, hacen de la actual Academia de Artillería algo visitable”.
https://www.realcolegiodeartilleria.es/historia/leccion-del-padre-antonio-eximeno

Para saber más:
- Batllori, M. (2001). Eximeno Pujades, Antonio. Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús, Roma-Madrid: IHSI-Universidad P.Comillas. II, p. 1346-1347.
Musicólogo y matemático
Nacido en Valencia, se educó en el Seminario de Nobles de la ciudad, regido por la Compañía de Jesús, en la que ingresó en 1745. Tras completar su formación humanística y teológica, regresó como profesor de retórica y poética al Seminario de Nobles de Valencia. En 1748 es enviado a Madrid para especializarse en matemáticas. Allí estudió durante cuatro años con el notable matemático y astrónomo Johann Wedlingen, SJ, profesor del Colegio Imperial y preceptor del futuro Carlos IV.
En 1763, su fama como matemático hace que sea designado director de estudios y profesor de matemáticas de la nueva Academia de Artillería de Segovia. Puesto que desempeñará hasta la expulsión de los jesuitas en 1767.
Eximeno, como muchos de sus compañeros, se exilió en Italia, estableciéndose en Roma, donde entró en contacto con intelectuales y eruditos e ingresó en varias sociedades literarias. Inició allí una nueva etapa consagrada al estudio de la música y ha sido esta faceta como musicólogo la que le ha dado una mayor notoriedad. Destaca su obra Dell’origine e delle regole della musica (Roma, 1784), en la que niega la conexión de la música con las matemáticas, la relaciona con el lenguaje natural del hombre, en ella sostiene que su fin es promover los sentimientos. Teoría que originó una gran polémica en su momento pero que influirá extraordinariamente en la estética musical. Su traducción castellana (Madrid,1796-1797), será también motivo de controversia en España, a la que regresa en 1798 y donde escribe la crítica literaria Apología de Miguel de Cervantes sobre los yerros que se han notado en el Quijote, para de nuevo exiliarse en 1801.
En Roma, Eximeno termina en 1802 su novela Don Lazarillo Vizcardi: sus investigaciones músicales… cuya publicación por la Sociedad de Bibliófilos (Madrid, 1872-1873) impulsó el Maestro Francisco Asenjo Barbieri. Obra satírica en la que se critican ferozmente las prácticas y teorías musicales del siglo XVII. Falleció a los 78 años.